lunes, 8 de junio de 2009

Reseña 4

Por una política alternativa de evaluación de los académicos: entrevista a Hugo Aboites.

Vicente Hugo Aboites Aguilar es profesor e investigador en el Departamento de Educación y Comunicación de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Xochimilco (México). Estudió Letras en el Instituto de Literatura de Puente Grande, Jalisco (México) y Filosofía en la Facultad de Filosofía Aloisinum de Varese (Italia) y en el Instituto Libre de Filosofía de la ciudad de México, donde recibió el titulo de licenciatura (1969). Obtuvo la maestría y el doctorado en educación en la Universidad de Harvard (1977). Ha sido profesor e investigador de tiempo completo en las universidades mexicanas Autónoma de Chihuahua (1975-1976) e Iberoamericana (1976-1980). Fue Secretario General y de Asuntos Académicos del Sindicato de Académicos y Administrativos de la Universidad Autónoma Metropolitana.

En México las políticas de evaluación instrumentadas en las universidades por el Estado han promovido la práctica generalizada de evaluar con fines de control administrativo y de retroalimentación al mismo tiempo.

En este contexto, es fundamental que los académicos discutamos formas alternativas de evaluación que orienten al mejoramiento de la calidad; para ello, es necesario atender planteamientos de investigadores como Hugo Aboites, cuya trayectoria profesional y personal aporta elementos significativos a esta discusión.

Edna Luna (EL): En su opinión, ¿cuál es el impacto de las políticas de evaluación en relación con el mejoramiento de la calidad de los procesos y productos de las funciones sustantivas de las instituciones de educación superior?
Hugo Aboites (HA): uno de los indicadores de la confusión que existe en torno a los programas de evaluación y de pago según el desempeño, es que éstos nacieron sin un mecanismo de verificación o de evaluación de sus resultados. De tal manera que, tenemos distintas iniciativas de este tipo en las instituciones, pero no hay manera sistemática de averiguar si están sirviendo a los propósitos que los originaron. Esa es una muestra de la premura, la improvisación y la ambigüedad que los caracterizaron desde su surgimiento.

EL: A más de diez años del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, ¿cuáles son los principales efectos que éste ha tenido en la educación superior?
HA: El Tratado de Libre Comercio tiene como característica más importante –la más visible en el terreno de la educación abrir las puertas de la educación a la inversión privada, extranjera, pero también nacional, en una forma que no existía anteriormente en este país. La educación se convierte en un campo de inversión reglamentada, incluso, por la Ley de Inversión Extranjera de 1993.

EL: Usted está hablando en relación con la evaluación y en particular con la de los académicos, ¿los programas de evaluación intentarían asegurar este mercado trinacional?
HA: Así es, en el sentido de crear los supuestos y prácticas fundamentales. Además, a la sombra del Tratado de Libre Comercio se está abriendo o se intentó abrir aquí las opiniones difieren un espacio de integración de los tres sistemas educativos: Canadá, Estados Unidos y México, en el nivel superior.

EL: ¿Cuál sería el planteamiento que nos tendríamos que empezar a plantear para movernos de un mecanismo de verificación a una evaluación para el mejoramiento?
HA: Lo primero es reconocer precisamente eso que usted dice: Que una cosa es evaluar y otra verificar, porque tenemos hoy mecanismos que simplemente verifican que se están cumpliendo determinados indicadores, en el supuesto de que éstos nos están revelando, sin falta, la existencia de buena o mala calidad.

La palabra no la tienen los funcionarios y las burocracias, sino que estará en lo que hagan los académicos en los próximos años. Si éstos deciden retomar sus espacios como sujetos, organizarse y hacer planteamientos nuevos, la dirección de la educación superior mexicana puede cambiar de manera significativa.

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